Su consumo data de tiempos prehispánicos, cuando era parte de los platillos que se preparaban en festividades rituales como las dedicadas al maíz
El tamal forma parte de la gastronomía de diversos pueblos, su origen es ancestral y en la época prehispánica se consumía en fechas significativa.
Es un alimento protagónico de estas fechas, el tamal da cuenta del sincretismo cultural de México al vincularse con los ciclos festivo y agrícola, presentes en las creencias de diversos pueblos indígenas de México y en la religión católica.
El tamal se consumí en ritos dedicados a diversas deidades prehispánicas.
Su nombre proviene del náhuatl tamalli (“bollo de maíz envuelto en hojas y cocido al vapor”) y desde mucho antes del periodo Colonial se consume el 2 de febrero, Día de la Candelaria.
Con el propósito de dar a conocer la riqueza cultural de esta celebración, parte de la cultura alimentaria, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través de las redes sociales de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (@dgcpopulares en Twitter y @CulturasPopularesOficial en Facebook), así como en la plataforma Contigo en la distancia (contigoenladistancia.cultura.gob.mx), presentará diversos contenidos sobre la relación festiva y ritual de este alimento.
En un video, la coordinadora de Arte Popular de la DGCPIU, la antropóloga Amparo Rincón Pérez, abordará el sincretismo en esta tradición que, por un lado, se vincula al inicio del ciclo agrícola y, por el otro, al proceso evangelizador.
Esta amalgama de creencias rituales es evidente en tradiciones como llevar a bendecir al templo una figura del Niño Dios y posteriormente celebrar con tamales; o bien, apartar este día para que, quienes encontraron al “muñequito” en la rosca de Reyes (6 de enero) repartan tamales de sabores dulces y salados a la familia o amigos que fueron testigos.
En palabras de Rincón Pérez, en esta fecha las mujeres, hombres y familias acuden al templo para bendecir al Niño Dios y, a su vez, sus semillas de maíz, frijol y calabaza, entre otras. Las y los creyente piden que se les conceda una buena milpa y cosecha.
Aún hoy, en comunidades de Morelos, por ejemplo, se ofrendan a la tierra tamales de ceniza. En las localidades de Miguel Canoa, Aparicio y La Resurrección, en Puebla, la bendición de las semillas y las ofrendas dedicadas a la tierra cada vez se practican menos, ya que los terrenos de cultivo se han transformado en lotes residenciales o de otros usos.
En @CulturasPopularesOficial en Facebook se llevará a cabo el Conversatorio virtual “¡El que nace para tamal…! Día de la Candelaria: alimento, fiesta y ritual”. El 1 de febrero, a las 12:00 horas, la cronista urbana y editora de la Revista Baladí, Susana Colín Moya, hablará sobre “Santa Anita y sus tamales con memoria lacustre”. Esta zona de la Ciudad de México fue famosa desde tiempos prehispánicos por elaborar este alimento con productos obtenidos del canal de La Viga y las chinampas que existían en el lugar.
En tanto, el 2 de febrero, a las 12:00 horas, Edith Yesenia Peña Sánchez, investigadora de la cultura alimentaria y cocineras tradicionales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, abordará “Los alimentos en el ciclo ritual de la Candelaria”, relacionando la tradición católica y la práctica de honrar al maíz por parte de los pueblos originarios de México.
Desde hace 30 años, el Museo Nacional de Culturas Populares celebra con una feria dedicada a este alimento que, por segunda ocasión, se pospondrá ante la presencia de COVID-19. Sin embargo, al ser uno de los encuentros gastronómicos más esperados para las y los visitantes de este recinto, en las redes de la DGCPIU se compartirán algunas fotografías históricas que rememorarán cómo se han vivido las ediciones pasadas.
Además, las y los usuarios podrán conocer la diversidad de técnicas e ingredientes con los que se preparan y rellenan los tamales, así como los distintos sabores de atoles, a través de tres entrevistas videograbadas con las cocineras Rosa Elvia Esquivel de la Cruz (Ocoyoacac, Estado de México), Nora Lorena Estrada González (Xochimilco, Ciudad de México) y María Teresa Solís López (Ixtenco, Tlaxcala); esta última, ganadora del primer concurso gastronómico ¿A qué sabe la patria?