La madrugada de este sábado, la comunidad indígena de Alpanocan, perteneciente al municipio de Tochimilco, Puebla vivió momentos de tensión al expulsar al Ejército Mexicano, la Guardia Nacional y la Policía Estatal de Puebla, que ingresaron bajo el amparo de la oscuridad para intentar cerrar las zanjas de riego agrícola que los pobladores mantienen cerca del río Amatzinac, en la zona de conflicto limítrofe con el estado de Morelos.
Cerca de las 3 horas, el sonido de las campanas del pueblo rompió el silencio, alertando a los habitantes sobre la entrada de maquinaria pesada y un despliegue de aproximadamente 32 patrullas (20 estatales, cinco del Ejército, cinco de la Guardia Nacional y dos municipales).
En cuestión de minutos, al menos 500 pobladores se congregaron en los límites territoriales para confrontar a las autoridades y frenar las maniobras.
El operativo estuvo encabezado por el director de Gobernación estatal, Isauro Rendón, y el delegado de la zona, Omar Escamilla.
Llamó la atención que el ingreso de las fuerzas federales y estatales a Alpanocan se dio horas después de una posada y verbena popular que la comunidad realizó en calles del poblado.
Ante la presión social y el riesgo inminente de un choque violento, las fuerzas del orden se vieron obligadas a retirarse de la zona sin cumplir el objetivo de cerrar las excavaciones.
El conflicto de fondo: la disputa por la tierra y el agua
Los habitantes de Alpanocan calificaron la acción gubernamental como “clandestina” e “irresponsable”.
El descontento radica en lo que consideran un trato desigual por parte de las autoridades de Puebla y Morelos.
Los pobladores señalan que, mientras se les presiona para cerrar sus zanjas, a la comunidad vecina de Tetela del Volcán (Morelos) se le permite la excavación de pozos clandestinos y la instalación de viveros en áreas cuya soberanía territorial aún está en disputa.
A pesar de la tensa calma que se vive entre ambos pueblos, las mesas de negociación entre ambos estados se encuentran suspendidas desde agosto, lo que ha dejado un vacío institucional que los locales intentan llenar con la defensa física de su territorio.
“Ingresaron en plena oscuridad como si fueran delincuentes. El gobierno preparó esta acción sin consultar ni tomar en cuenta al pueblo”, acusaron los líderes comunitarios, quienes calificaron la postura oficial como una persecución hacia su lucha social.
Antecedentes y riesgos
El conflicto por el río Amatzinac es un problema histórico que ha derivado en enfrentamientos en años anteriores.
Apenas el pasado martes, la comunidad ya había rechazado formalmente una petición de la Dirección de Gobernación para cerrar las zanjas voluntariamente, argumentando que la autoridad no es “pareja” al no exigir lo mismo a la contraparte morelense.
La zona de las zanjas permanece bajo estricta vigilancia comunitaria.
Los pobladores han advertido que no darán marcha atrás y exigen la reactivación inmediata de mesas de diálogo con los gobiernos de Puebla y Morelos.
Advierten que, de continuar las “provocaciones” mediante el uso de la fuerza pública, la disputa por el agua y el territorio podría escalar hacia consecuencias irreversibles para ambas poblaciones.
Con La Jornada del Oriente
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