Hace unos días se dio una filtración a medios de comunicación con un tufo que apestaba y que parecía tratar de salvar el pellejo de alguien tras los escándalos de corrupción en el penal de San Miguel.
La filtración, con tintes oficialistas, señaló a un grupo de Personas Privadas de la Libertad (PPL) que perdieron sus privilegios en San Miguel —es decir, sí hay privilegios— al ser enviados al Cereso de Tepexi.
No dudo que los anteriores dueños del Cereso quisieran “calentar” el penal o, como la filtración señaló, desestabilizar las actividades.
¿Por qué un grupo de PPL buscaría desestabilizar el penal?
Es obvio: las fiestas, el cobro de extorsiones, los espacios especiales, el internet, los celulares, la droga, el alcohol, las mujeres… todo lo que el dinero puede comprar y que en la Subsecretaría de Ceresos se hacen que no ven.
Mientras la corrupción impere, las disputas continuarán.
Los bandidos actúan como bandidos, pero la autoridad debería actuar como autoridad.
Por cierto:
“Para los amigos, justicia y gracia; para los enemigos, la ley a secas.” La frase atribuida al expresidente Benito Juárez fue aplicada por la fiscal Idamis Pastor Betancourt a sus amigos del Estado de México, quienes fueron señalados de extorsionar a empresarios.
La Fiscalía emitió un comunicado en el que señaló que no recibió ninguna denuncia en contra de quienes salieron por la puerta trasera.
¿No era suficiente iniciar una investigación en contra de quienes participaron en la elaboración de las carpetas de investigación, judicialización y aprehensión, utilizando recursos de la institución para formular una acusación falsa?
Al menos en el caso del empresario Javier Millán, las fuentes consultadas señalan que hasta droga le sembraron, y todo estuvo tan mal hecho que fue puesto en libertad inmediata por un juez.
Se fueron de Puebla sin recibir castigo.
¿Cuántos más estarán haciendo sus jugosos negocios?
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